lunes, 15 de febrero de 2010

Informe de del lectura sobre el texto “21ª CONFERENCIA.



Freud comienza su conferencia diciendo Señores: Tengo la impresión de que no he logrado convencerlos suficientemente de la importancia de las perversiones para nuestra concepción de la sexualidad.los procesos sexuales, cuya existencia estamos autorizados a sospechar, esperan aún ser descubiertas. En cambio, las perversiones sexuales de los adultos son algo aprehensible e inequívoco.

sexualidad y reproducción no coinciden; en efecto, es evidente que todos ellos desmienten la meta de la reproducción, nosotros debemos admitir algo «sexual» que no es «genital» ni tiene nada que ver con la reproducción. Los perversos lo saben bastante bien por eso son juzgados como seductoras y pro en el fondo se les tiene una inmensa envidia

Mas adelante Freud agrega que el beso merece el nombre de un acto perverso, pues consiste en la unión de dos zonas bucales erógenas en lugar de los dos genitales. Pero nadie lo condena por perverso, no el pellizcar , no el morder se consideran como perversas en la cultura pero cada vez advertimos con más claridad que lo esencial de las perversiones no consiste en la trasgresión de la meta sexual, ni en la sustitución de los genitales y esta índole, desde luego, achican mucho la distancia entre la sexualidad normal y la perversa

Después de lo anterior Freud pasa a aclarar un punto bastante fundamental. La sexualidad perversa está, por regla general, notablemente centrada; todas las acciones presionan hacia una meta casi siempre única. En este sentido, no hay entre la sexualidad perversa y la normal más diferencia que la diversidad de las pulsiones parciales dominantes y, por tanto, de las metas sexuales.
.En cambio, la sexualidad infantil carece, globalmente considerada, de semejante centramiento y organización; sus diversas pulsiones parciales tienen iguales derechos y cada una persigue por cuenta propia el logro de placer. Claro que de esta sexualidad va a surgir la normal y la perversa

Es aquí donde Freud nos plantea un interrogante bien interesante ¿Por qué llamar sexualidad a esas manifestaciones infantiles, indeterminables a partir de las cuales deviene después lo sexual? responderán ustedes que el carácter sexual se agrega justamente cuando los genitales empiezan a desempeñar el papel que les corresponde; lo sexual coincide con lo genital. Y aun rechazarán mi objeción basada en la existencia de las perversiones como ya bien saben continua Freud llamamos sexuales a las dudosas e indeterminables prácticas placenteras de la primera infancia porque el camino del análisis nos lleva a ellas desde los síntomas pasando por un material indiscutiblemente sexual. por esa época ya empiezan a excitarse los genitales y quizá sobreviene regularmente un período de masturbación infantil; o sea, de satisfacción genital. y la predilección por uno de los sexos, los celos: he ahí fenómenos comprobados por observaciones imparciales hechas con independencia del psicoanálisis y antes de su advenimiento, y que pueden ser confirmados por cualquier observador que quiera verlos.Es verdad que los niños de entre tres y ocho años han aprendido a ocultarlo, pero si ustedes prestan atención podrán reunir buenas pruebas de los propósitos «sensuales» de esta ternura, y si algo todavía se les escapa es por esto que el carácter perverso de algunas de estas metas depende, naturalmente, de la inmadurez constitucional del niño, quien no ha descubierto aún la meta del coito, más o menos desde el sexto al octavo año de vida en adelante se observan una detención y un retroceso en el desarrollo sexual, que, en los casos más favorables desde el punto de vista cultural, merecen el nombre de período de latencia. Este puede faltar; no es forzoso que traiga aparejada una interrupción completa de las prácticas y los intereses sexuales. desde el tercer año de vida, la sexualidad del niño muestra mucha semejanza con la del adulto; se diferencia de esta, como ya sabemos, por la falta de una organización fija bajo el primado de los genitales,con ayuda de la exploración psicoanalítica de las neurosis se hizo posible colegir unas fases todavía más remotas del desarrollo libidinal. la organización sádico-anal es la etapa que precede inmediatamente a la fase del primado genital. Un estudio más profundizado muestra todo lo que de ella se conserva en la posterior conformación definitiva y los caminos que sus pulsiones parciales se vieron compelidas a seguir para insertarse dentro de la nueva organización genital, la zona erógena de la boca desempeña el papel principal. Pueden colegir ustedes que la práctica sexual del chupeteo le pertenece; mientras todavía se apuntalan en las funciones no sexuales, y lo resignan cuando se desligan de estas. así, el primer objeto de los componentes orales de la pulsión sexual es el pecho materno, que satisface la necesidad de nutrición del lactante. En el acto del chupeteo se vuelven autónomos los componentes eróticos que se satisfacen juntamente al mamar; el objeto se abandona y se sustituye por un lagar del cuerpo propio. La pulsión oral se vuelve autoerótica, como desde el comienzo lo son las pulsiones anales
El resto del desarrollo tiene, expuesto dos metas: en primer lugar, abandonar el autoerotismo, permutar de nuevo el objeto situado en el cuerpo propio por un objeto ajeno; en segundo lugar, unificar los diferentes objetos de las pulsiones singulares, sustituirlos por un objeto único. dicho objeto único es a su vez un cuerpo total, parecido al propio. En todo caso como todos sabemos el primer amor del niño es su madre por luego se da cuenta que no debe presentar frente a ella este sentimiento y es por esto que la humanidad adquirió en el complejo de Edipo la conciencia de culpa, con todas sus consecuencias, suele anudarse a esta experiencia vital del niño. Cuando

Mas adelante Freud vuelve a la observación directa del niño a la exploración analítica del adulto que ha contraído neurosis., cada uno de estos neuróticos fue a su vez un Edipo o, lo que viene a ser lo mismo, se ha convertido en un Hamlet El odio hacia el padre, los deseos de que muera, ya no se insinúan tímidamente; la ternura hacia la madre confiesa como su
meta el poseerla en calidad de mujer. Además el odio al padre es reforzado por cierto número de motivos que provienen de épocas y vínculos más tardíos, y que los deseos sexuales hacia la madre se vuelcan en formas que al niño le son por fuerza todavía ajenas. Pero vano sería el empeño de explicar todo el complejo de Edipo dice Freud por un fantasear retrospectivo y de referirlo a épocas más tardías. Su núcleo infantil, y aun sus elementos accesorios en mayor o menor medida, quedan en pie, como lo confirma la observación directa del niño.
Ya casi para concluir Freud comparte uno de sus hallazgos: nos enteramos de que en la época de la pubertad, cuando la pulsión sexual plantea sus exigencias por primera vez en toda su fuerza, los viejos objetos familiares e incestuosos son retomados e investidos de nuevo libidinosamente. La elección infantil de objeto no fue sino un débil comienzo la tarea entoces
consiste en desasir de la madre sus deseos libidinosos a fin de emplearlos en la elección de un objeto de amor ajeno, real caro que los neuróticos no alcanzan de ningún modo esta solución; el hijo permanece toda la vida sometido a la autoridad del padre y no está en condiciones de trasferir su libido a un objeto sexual ajeno. Esta misma puede ser, trocando la relación, la suerte de la hija. En este sentido, el complejo de Edipo es considerado
con acierto como el núcleo de las neurosis.

Glosario:
Compelieran: obligaran
Disenso: desacuerdo
Dicotiledóneas: dos partes de un fruto
Pesquisable:buscalbe
Inquina: Odio
Parricidio: asesinato del papa

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