domingo, 9 de mayo de 2010

Producto basado en el texto “LO REAL, LOS SIMBÓLICO Y LO IMAGINARIO”


En semestres anteriores tuve la oportunidad de leer unos apartes del libro “el desarrollo de los conceptos psicológicos,” donde Luis E. García Restrepo afirma: “es de anotar que las teorías del inconsciente representan un reto para el metodólogo de la ciencia. Por una parte, su pertenencia a la psicología científica es indiscutible; por otra, sus proponentes poco se ajustan a los criterios de validez científica reconocidos, principalmente por los psicólogos experimentalistas”( 1996, p. 165). El panorama de este autor realmente llamó mi atención, pero no vino a causar mayor curiosidad en mi, hasta hace algunos meses, cuando pude confrontarlo con el texto:”Introducción al psicoanálisis, lo real, lo simbólico y lo imaginario” de Marie-Jean Sauret, donde se debate ampliamente este paradigma; Freud sabía, según Sauret, que la pulsión es una fuerza ligada a lo biológico solo por medio del sujeto; mas no es ella directamente orgánica, lo cual generaba que sus teorías se alejaran un tanto de las ciencias naturales.

Sin embargo, como escribe Néstor A Braustein refiriéndose a la exclusión del psicoanálisis como disciplina biológica, “los progresos en el conocimiento de la estructura y la función del sistema nervioso central y de la integración del funcionamiento corporal son y serán incapaces para explicar los procesos psíquicos que pertenecen a otro orden de realidad ” (Braunstein, 1978, pag.64); el cual, por obvias razones, no es otro más que el psicoanalítico; las ciencias naturales a menudo echan de menos que este se encuentra allí para completarlas.



Es de lo anterior que se vuelve palmario situar al hombre como parte integral de la naturaleza, con un cuerpo y cerebro orgánicos; no obstante tiene además una serie de procesos cerebrales no orgánicos a los cuales damos nombre de psique; esto logra situar al humano, entonces, como merecedor de ser objeto de estudio en ambas disciplinas; lo que sucede es que este objeto es algo complejo, ya que, como todos los analistas de la psicología sabemos, es el único objeto que se estudia a sí mismo desde su carácter subjetivo el cual evoluciona constantemente mientras actúa en su doble reacción de constituyente y constituido, por sus experiencias, saberes, cultura y demás formaciones humanas; es por, esto que las disciplinas psicológicas estudian incansablemente la mente humana.



Pero ¿qué es la mente para la ciencia? no intento ser cínica al decirles que no ha evolucionado mas allá de un concepto, incluso para Llinas y otros científicos, la mente llega a ser lo mismo que el cerebro; lo que dicen esto individuos no se puede negar como enfoque monista, sin embargo ellos saben que establecer cerebro y mente como unidad orgánica es conquistar un punto más para ser llamados científicos, por creer en lo que se puede demostrar, entonces, como no existe ninguna huella material que compruebe, por llamarlo de algún modo, una vida diferente a la de nuestra actividad cerebral, estos estudiosos de lo elemental se ven obligados minimiza la actividad cerebral a la trasmisión eléctrica de movimiento neuronal; es esta perspectiva la que me ínsita a especular que seguiría siendo la mente una caja negra si Freud y los que le siguieron no hubiesen hecho algo para “romper con eso que hay de animal en todo hombre” Sauret (1995) el sujeto un agujero en el saber seminario Lo real, lo simbólico y lo imaginario (paper)



Es definitivo que la ciencia universal da cuenta del humano como organismo observable, a lo cual, asegura Sauret, no es más que una ficción sobre el origen del sujeto; por otro lado, las corrientes humanistas identifican los ideales y valores como integradores de la persona, y aunque el humanismo por esta vía avanza un poco, no podemos desconocer que el psicoanálisis trasciende, ubicando al individuo en el nivel de lo simbólico, para definir lo intangible que se establece en el ser.

Es justo este operar del psicoanálisis el causante de que la ciencia no logre una asimilación total de su teoría, ya que los científicos no pretenden más que reducir al individuo a un simple saber, teniendo en cuenta que de lo contario le quedaría considerablemente laborioso el estudio de este objeto, es decir, cuando la ciencia se lanza a estudiar al hombre, llega a un punto en el cual siente que no avanza, pues al aplicar de manera experimental y rigurosa el esquema pragmático al desarrollo total del individuo, sin tener en cuenta la totalidad de los movimientos anímicos, deja esta investigación en un vacio, por lo que no logra formar una idea total de lo que sucede; el sujeto, entonces, no resulta adecuado para enriquecer la practica positivista.

La ciencia adora ser práctica; las cosas para ella son y punto, así es como lo expresa Sauret en un agraciado fragmento del texto que les menciono al inicio de mi ensayo: “la ciencia ha hecho callar las estrellas, el organismo, la naturaleza, pero el sujeto ¿se puede reducir al silencio, a la objetividad? El sujeto es el único objeto examinado por la ciencia que se puede preguntar ¿qué y/o quién soy yo?" (Sauret,1995 ) es por esta original circunstancia que el hombre no puede ser reducible a una definición o a un concepto; el ser humano no es solo un mamífero, o únicamente pulsión, no es exclusivamente un enamoradizo, no es simplemente creyente o puramente ADN, no es obviamente solo un ser sintomático; el ser humano no se resume a un saber.



Sin embargo, aunque mucho reflexionemos sobre este asunto, no podemos desechar lo que nos recuerda Sauret en su texto “De la angustia al acto vía el amor”, donde posiciona un punto de vista bastante contundente: “Existen dos caminos para abordar lo real: el del concepto, propio de la ciencia, y el de la angustia, que transita el psicoanálisis” Sauret (2009) .



Es indiscutible que esta manía que tienen los científicos de identificar todo objeto, aunque les facilita una ausencia de angustia, se convierte inmediatamente en un arma de doble filo, al propiciar a la ciencia un conocimiento parcial sobre aquel objeto que cínicamente es capturado por la tradición de asumir cada partícula como clara y específica en el universo; de esto se establece, entonces, un punto indiscutiblemente clave; mientras la ciencia continúe obstinada en esta posición, no podrá menospreciar que “el psicoanálisis puede desde su lugar responder a eso que es la ciencia. Los destinos de la ciencia quedan ligados así a los del psicoanálisis·” Sauret (1995) el sujeto un agujero en el saber seminario Lo real, lo simbólico y lo imaginario (paper)” de lo contrario permanecerán en la condena de sobrellevar una comprensión incompleta en sus estudios.



Aunque, finalmente, sería absurdo esperar que esta corriente fuese aceptada en el elitizado club de saberes científicos universales, pues, como resalta Suret junto con innumerables psicoanalistas, la astucia de esta teoría es puntualmente el estudio de ese agujero del saber sobre el hombre, al cual únicamente cada individuo puede dar respuesta.








Bibliografías:
,García Restrepo/Luis .E .(1996). El desarrollo de los conceptos psicológicos . Colombia: Limusa.
,A. Braunstein /Néstor .(1978). Psicología ideología y ciencia. México: seglo XXI.
,Jean Sauret/Marie.(1995). Lo real, lo simbólico y lo imaginario Texto de circulación interna; resumen de su seminario.
Desde el Jardín de Freud (2009,junio) Jean Sauret , De la angustia al acto vía el amor. Disponible en: http://www.revistas.unal.edu.co/index.php/jardin/article/viewFile/12238/12869